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07 mayo 2012

Viaje al Centro de la Psique


#32
Segundo registro de obsesión conciente
PorRodríguez

Cuando era chico me cansaba, me agotaba la sola idea de tener la necesidad de respirar, pestañear y tragar saliva a la vez. 

Al racionalizarlo me volvía loco. No sabía qué hacer primero y qué después. Cada cuánto respirar, cada cuánto tragar saliva y/o pestañear.

Me pasaba en momentos muertos de la vida; a la hora de la siesta, en alguna sala de espera, en una clase de matemáticas, (dónde claramente no prestaba atención), o cuando me iba a dormir sin sueño.

A parte de ser uno de los primeros acercamientos a mi lista de obsesiones o manías. Creo que fue también una especie de primer crisis existencial. No sé cómo explicarlo, pero esa sensación me generaba angustia, un vacío raro, tendría más o menos 10 años. 
Pensaba que a medida que iba a ir creciendo, se iba poner cada vez peor. No me entraba en la cabeza, como la gente podía vivir así, con semejantes “tareas”: Pestañear, tragar saliva y respirar. Acciones interconectadas entre sí, en simultaneo e intercaladas, respetando una suerte de ritmo, de melodía muda, de coreografía invisible. Demasiado trabajo. Demasiada presión para un chico de 10 años. 

Y cuando me pasaba, a su vez pensaba que me estaba pasando. O sea, era conciente, decía: “oh no, ahí viene de nuevo”; “Ahí me está pasando otra vez”. 
Y me desesperaba pensar en pensar.
Me volvía loco.
Y lo peor es que no se lo podía decir a nadie. Me lo tenía que tragar. Por consiguiente una nueva carga. Al martirio de pestañear, tragar saliva y respirar se le sumaba el No poder compartirlo, el no poder sacarlo afuera.
Pensaba que iban a pensar que estaba loco. Y yo sabía que les pasaba a los “locos” de mi edad: Directo a la psicopedagoga. (Más tarde me mandaron pero por otro motivo que no viene al caso).
Entonces me callaba la boca. Era algo que enfrentaba solo. Era yo y esos pensamientos laberínticos. Yo y la obsesión de pestañear, tragar saliva y respirar, cara a cara. Otros se disputaban (entre compañeros) por un pebete de jamón y queso, por un bocadito “Holanda”, o por la pelota “Macu”, en la calle o en algún recreo. A mí, en ese momento, me tocó un duelo interno y secreto.       

Pero bueno por suerte acá estoy: Sano y salvo (?)

Por suerte con el tiempo fui mejorando (?)
O bueno, al menos, pude ir dejando de pensar al pedo (?)
Lo que es seguro que pude relajarme y disfrutar (?)

Por suerte sino, no sé que hubiera sido de mí y de la hermosa salud mental que luzco en la actualidad del hoy (?).  

1 comentario:

  1. ahh noooo, estás del orto groso!!!
    Santiago, de Chile.

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